sábado, 20 de junio de 2009

Capitulo 13 "Cancerbero"

A pesar de los años transcurridos en mi mente permanece clara y fresca el devenir de ese día. Huelga decir que tras ese primer encuentro la vida nos ha ido cruzando como si los caminos por misterios del destino nos hicieran coincidir en extrañas circunstancias. Aunque los resultados han sido desiguales por ambas partes aun persiste en mi memoria aquella primera vez. Quizás también alimentada por el mito y la leyenda cuando conoces a alguien del cual has oído hablar centenares de veces su persona se magnifica. Yo siempre pensé que era un mito, habladuría de viejas. Un cuento para niños engrandecido por el populacho inculto y deseoso de tener un tema recurrente para olvidar su efímera vida. De esas patrañas aupadas al status de mito. Pero por desgracia algo de verdad descubrí en ello cuando vi un ser alto y grande. Con aquella ropas de templario y capa de hospitalario. Lo impactante y verdaderamente inquietante era su rostro. Bueno lo que quedada visible tras un yelmo viejo y oxidado. Unos ojos fijos embebidos de locura los cuales hacia décadas que sus párpados habían sido extirpados de su lugar original. Y esa sonrisa permanente y babeante alojada en la demencia. Nunca supe y quizás nadie si era un hombre o una mujer, un tullido o un loco por capricho del destino. Unos decían que era hijo de un noble, otros un bastardo real... Pero, ¿realmente importa?. Su mente quedo trabada en una etapa de infante, reconociendo palabras y ordenes muy precisas como un mono de circo. Naturalmente todo esto se piensa en un estado de libre albedrío y cuando tu vida no se ve amenazada. Porque en el mismo instante que vi a ese ser mitológico renacido del mismo Hades pensé en salir corriendo, pero el problema era hacia donde, estábamos en una ratonera. Entonces vi a Dumas haciéndome señas para que me retirase y me chillaba una palabra que oía y no escuchaba. Mi mente recibio un sonido vacío de significado como si el contenido se despojase del envoltorio al salir de su boca. Aun lamento ese instante que significo y lo digo sin vaguedades ni petulancias la muerte de mi amado y también infravalorado amigo. Eso sirvió para que mi mente reaccionase y comprendiese el mensaje. Aunque huelga decir que una vez entendió mi cerebro no hallo la solución al enigma.
-Gaston... Gaston...
Terminada la vida de Dumas, Cancerbero, sin mostrar el menor sentimiento paseaba su temible espada de diestro a siniestro del local a la par que su mirada. Otros rufianes paladean ese momento de dar matarile a su enemigo. Y después se jactan de ella como un merito. Pero este no hacia lo mismo, no mostró nada de dolor o placer, simplemente era una orden. Lo mismo alcanzaba cabezas, columnas y todo lo que se cruzase por su trayectoria que se hubiese tirado por la ventana si se lo hubieran ordenado. Lo que hacia tan temible su arma no solo era su tamaño adecuada a su corpulencia sino que dicha arma era una espada de dos filos. Me explico y sus señorías me entenderán mejor. Tenia una hoja insertada dentro de otra como si fuese una cruz. ¿Un recuerdo de su pasado? ¿Un ángel vengador?. No lo se, ciego de ira, justicia, venganza o como quieran llamarlo me lance a pecho descubierto contra aquel Goliath. Cuan estúpido fui. En un instante me vi tirado en el suelo con dolor por todo el cuerpo y preguntándome que es lo que ha pasado. Tan solo vi una cruz que me acompañaría de por vida. Bueno, si vivía para contarlo. Una vez muerto, seguro y no seria la cruz de mi tumba. Mire sus ojos glaucos y vacíos. Insensibles a todo. Padre nuestro que estas en los cielos... y de pronto oi esa voz sucia y encantadora.
-Maldito cabrón, lleva una cota de malla.
La mujer mas maravillosa y malhablada de lugar acaba de meterle un palmo de acero en sus riñones. Vacua labor pero justa para distraer su atención y huir por peteneras. Huir adonde, me pregunte yo. Ese muro de carne y acero no nos iba a facilitar las cosas y después si saliésemos tendríamos a unos encantadores enemigos con ganas de abrazarnos con su esposas y cadenas. Cuando la bella maleducada me contesto.
-¿Acaso crees que en este tugurio no tengo vía de escape, ababol?

Continuara...