domingo, 10 de mayo de 2009

Capitulo 12 " Nubarrones"

Separando rostros y cuerpos mientras oía aquel hermoso sonido. Aquel timbre que durante mucho tiempo sereno mi cuerpo y mi mente en horas de incertidumbre y desasosiego. No pude que menos que abrazar aquel hombre sencillo, menudo y directo. Con su sencillo e inconfundible ceceo que le confería una empatia y cercanía que desarmaba a cualquier ser de limpia conciencia. Parecía que todo yo sufría una regresión a mis años de mancebo idealista e inconsciente. Por desgracia después de la emoción del encuentro, la descarnada personalidad de la realidad me volvió a lo que soy. Y lo note en su mirada de reproche como si volviese el hijo prodigo y luego se arrepintiese de su retorno al hogar. Dolido empecé a escupir las estocadas que no puede parar ni la mejor defensa del mundo.
- Ese asunto, siempre es ese asunto. Veo que tus amos te ceban bien y te colman de bellos disfraces y plateadas hojalatas. Recuerdo su uso.
-Yo no fui el que estaba en el momento y lugar equivocado.-dijo Dumas.
-No, pero quizás ayudaste a ello. Yo no tengo un criado bello pero si me limpio yo solo siempre después de expulsar los restos de la pitanza.

Asqueado le di la espalda. En un momento pase de la sorpresa, a la emoción. De la emoción a la alegría y finalmente al asqueo y al hartazgo. Demasiadas sensaciones en un instante.
-Solo te buscaba para avisarte.
Me volví iracundo.
-¿De que me tienes que avisar? Vuelve a tu jaula de oro de la que no tenias que haber salido.
-Cuida tu espaldas. Te buscan. No se porque pero has molestado a alguien muy poderoso. Quería encontrarte antes que lo hicieran los otros.
-Pero que tamaña tontería es esa. ¿De donde has sacado tal invención? ¿Acaso el vino de la corte...
No pude acabar la frase. Las ventanas estallaron en mil pedazos y escupieron mordidas saetas en todas direcciones. El lugar se lleno de gritos. Cuerpos heridos y muertos en doquier atravesados con letales maderas. Apenas nos sobrepusimos cuando una segunda andanada hizo su entrada sin educacion, aviso o cortesía. El que hace unos instantes era mi rival en justo duelo aparecía medio incorporado con un recado que entraba por su cuello y salia por el otro. Me miraba con los ojos en el otro mundo. Agarro con fuerza mi mano como si yo pudiese insuflarle vida. Como si la vida que se le escapaba la pudiera guardar en mi mano. Por desgracia mi energía fue en vano y vi mientras caía al suelo no apartaba su vidriosa vista de mi.
Mientras nos alejábamos de los mortales boquetes y nos resguardabamos. Vi un rostro conocido. Su cara dañada parecía haber recibido un fuerte golpe. Era el hombre al que golpee con la piedra y abortado el robo del comerciante.
Dumas asombrado me grito:
-¿En que lió te has metido?¿Son los hombres del Cardenal Gris? Esto empeora por momentos
Dumas se parapeto tras la puerta y intento conversar con los sitiadores.
-Garriga, ¿que se les ha perdido a ti y a los tuyos en este antro?
El desalmado de la cara dañada que respondía al nombre de Garriga no dudo en contestar.
-Dumas, Dumas, Dumas. Supongo que esto no tiene nada ver contigo. Sal con tus aprendices. Esto es algo entre un holgazán que ha molestado a los mios. Nada mas.
-¿Demasiados hombres para un ocioso? ¿Tanto miedo hay que tenerle a ese holgazán?
-No es asunto tuyo. Abandonar el lugar.
-¿Y si no queremos?
-Entraremos a sangre y fuego. Y te aseguro que la palabra piedad no esta en mi vocabulario.
-Sea pues. No tememos a ningún perro del cardenal.
Garriga apretó las manos lleno de furia y dijo las palabras que mas le gustaban.
-Así los has querido.¡¡Que entre Cancerbero!!!

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