jueves, 15 de noviembre de 2012

Capitulo 22 "Respuestas"

Cuando abrí los ojos mi mundo había cambiado. Era como la pésima versión de un conquistador en una nueva tierra. Mecido en un camastro y en un lugar que no conseguia identificar. A mi lado un viejo con un raído traje como si fuese un pirata en la ruina. Su rostro ajado y cansado con esos ojos que demuestran que han visto mucho y quizás demasiado. Arrugas que se ganan con la desesperanza y la vida dura. Donde la sabiduría y la experiencia se gana a base de golpes traicioneros y puñaladas inesperadas. Por extraño que parezca me miraba con un amor infinito como si fuese alguien a quien apreciase mucho. Quizás era aquella estancia, donde la luz nos inundaba dando una sensacion de paz que hacia tiempo que no conocía.

-¿Donde estoy?

-Estas a salvo.- dijo el hombre.

A salvo. Eso era un concepto muy ambiguo. ¿A salvo de que? ¿ de quien? ¿Como puedes estar a salvo cuando no sabes donde estas?

-¿Es un barco? ¿como he llegado aquí?

El hombre se llevo un dedo a los labios mostrándome varios anillos que portaba orgulloso fruto de muchas batallas ganadas.

-Ssshh... Ahora debes descansar. Ya tendremos tiempo para ponernos al día y responder tus preguntas. Se que quieres respuestas pero estas muy débil.

-¿Y los demás?

El negó con la cabeza y la bajo en señal de duelo mientras cerraba los ojos. Presa de mis sentimientos me dejo solo. Sabia que mi duelo era algo privado e intimo. En soledad llore y desterré las lágrimas de mis ojos a medida que pasaban los días y el vigor entraba como un torbellino por cada poro de mi piel. Hasta que por fin logre levantarme y pude mirar cara a cara a mi cuidador. Era tiempo de saber, de llenar las lagunas de mi mente.

Suspiro profundamente como si estuviese a punto de quitarse un gran peso de encima. Un peso que debía llevar mucho tiempo hundiendose en el fondo de su corazón.

-Se que va sonar estúpido...-sonrió con amargura.- La verdad es que no se por donde empezar. Mi nombre es  Laurens de Graff. Era parte de los Mendigos del Mar un grupo de corsarios que atacaba a mercantes extranjeros gracias al beneplácito del rey y la Iglesia.

-¿Eres un pirata?

-Ahora si. Fue el corsario mas joven y temerario de la flota. Pero la envidia es un gran activo y alguien me traiciono. Huyendo de aquí para allí conocí a tu madre. Por desgracia mi herencia es la muerte para mis seres queridos y fue apresada por complice para después ser ejecutada por traidora. Por suerte fue lista y antes de que la apresasen te escondió en un lugar seguro. Tenia buenos vecinos...

-¿Eres, eres mi padre?

-Si, siempre seguí tus pasos gracias a mis contactos. Supe de tus andanzas en la guerra y tu vida vagabunda. Pero aun asi no se tu nombre,  ¿como te llamas?

-Nunca tuve un nombre. Mi madre siempre me llamaba con apelativos cariñosos y los vecinos me decian chico o muchacho. A medida que fue creciendo fui cambiando de nombres. Ya sabes la milicia, el juego, las deudas...

 - Tu madre se llamaba Alexandra. Me encantaba ese nombre. Un nombre que me recuerda a su perfume entre otras muchas cosas. Creo que seria un homenaje a esa gran mujer que ambos conocimos llamarte Alejandro como el conquistador.

Mientras decia esto miraba al infinito. Un tiempo pasado donde tenia a la mujer que amaba y era el terror de los mares.

-Alejandro es un buen nombre me gusta. Me gusta tener algo que me evoque a ella.

-Era una gran mujer.

-¿Porque hasta ahora no he sabido de ti?

-No podía acercarme a la ciudad y si alguien sospechaba podía apresarte.  A ti, a mi...

-¡¡Nunca me ayudaste!! ¡¡Ni te preocupaste por mi!!

-Eso no es cierto. Mis amistades siempre trabajaban en tabernas y lupanares . Te observaban y te
vigilaban. Nunca te falto una cama y una comida.

Era cierto. Ahora comprendia muchas cosas. No era mi encanto personal lo que me ayudaba en tales sitios.

-Creo que el Cardenal Gris fue quien urdió mi caída y te descubrió. Cuando te apresaron conseguí meter a uno de los mios. Fue quien te administro el veneno antes de ser interrogado. Tan solo hacia falta parecer muerto para sacarte.

-¿ Y la chica? ¿Honor?

-Cuando te desenterramos había otra cuerpo, una mujer. Le habían quitado la cara. Supongo que seria ella.

La ira encendió mi rostro y cerré mis manos hasta que sangraron. No sabia explicar lo que sentía pero quería matar a ese cardenal y tener su cuello entre mis manos.

-Ahora vamos a nuestro refugio a Isla Peste.

-Esa es la isla donde mandan a los enfermos y moribundos a morir.

-Si, bueno... es una vieja leyenda de la que me siento orgulloso. Así nadie nos molestara.

-¿Para que? Ver como me envejezco y mi cuerpo se enmohece. No deja de ser otra cárcel.

Mi padre me guiño un ojo y saco una extraña llave con una empuñadura con forma de ocho.

-Tengo un plan. Es hora de preparar nuestra venganza.

Continuara...










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