lunes, 18 de febrero de 2013

Capitulo 23 "La llegada"

Por suerte los dioses nos fueron favorables ningún percance perturbo el resto del viaje. Todo esto contribuyo a mi rápida recuperación y conocer mejor a mi recién llegado padre. Quizás no recuperasemos el tiempo perdido pero si sirvió para hallar la manera de compensar el que nos quedaba.  Supe que mi promiscuo creador me había regalado mas hermanastros aunque el mismo reconocía que dada su agitada vida no sabia cuantos y algunas veces desconocía si eran suyos o no.

Allí donde nos dirigíamos estaba uno de tantos. A medida que ese hilo invisible que atraía el barco hacia puerto yo estaba hecho un mar de dudas. No sabia como afectaría en nuestra relación el conocer otros como yo. Y si dicho hermano aceptaría de buen grado mi llegada y que pensaría que un total desconocido usurpase su sitio. Por suerte en breve todas estas incógnitas quedaran desiertas.

Tras el aviso del vigía la isla apareció en todo su esplendor. Un vergel denso se extendía ante nuestros ojos como si fuese un paraíso en la tierra. Un lugar donde la belleza escondía una verdad a medias.

Porque por mucho que mi padre negase la existencia de enfermos y moribundos abandonados dentro de mi algo decía que en el fondo esa tragedia se palpaba en el aire. Finalmente llegamos a una cueva natural escondida tras la vegetacion. Un sitio perfecto para esconderse y no ser nunca descubierto.

Que además contaba con el tamaño adecuado para que un barco de estas dimensiones navegase sin peligro. Al acabar nuestro trayecto un grupo de hombres nos esperaba delante de ellos un gigante inmenso lleno de tatuajes me miraba con curiosidad. Era sorprendente. Enfundado en su cuerpo iba una especie de chaleco de cuero donde descansaban varias puñales siniestros que cruzaban su pecho.

-Ese es mi hijo y tu hermanastro Draco.-me contó mi padre emocionado. Por desgracia el tal Draco no mostraba tanta alegría.- Se ganaba la vida como luchador en peleas ilegales. Allí fue donde lo encontré.

Pensé que no lejos de donde lo debió concebir. Burdeles, lupanares y arenas de lucha donde todo vale. Realmente nuestro mundo no era muy distinto. Una vez dispuesta la rampa bajamos al encuentro de nuestra comitiva. El patriarca extasiado por la reunión alzaba los brazos y corría al encuentro de su vástago. Tras el caluroso abrazo llego el turno de nuestras presentaciones.

-Te presento a Alejandro, tu hermanastro. Este es Draco.

Aquella torre de músculos me abrazo con una sonrisa que helaría el infierno y acercándose a mi oído recibí su calurosa acogida.

-No eres bienvenido, hermano.

Después se giro con grandilocuencia alzo los brazos y miro a todos los acompañantes.

-Hoy es un gran día ya que el destino nos ha traído uno de los nuestros. Uno que lleva la sangre que nos une.  Ese vinculo bastardo que nos ata con la cadena del mas pérfido y mujeriego pirata que conocen en estas aguas. El gran Laurens de Graff.

Todos vitorearon su nombre. Mientras mi hermano se daba la vuelta y descubrí que tenia las espaldas bien cubiertas. Dos machetes descansaban enfundados. Pensaba que este hombre tenia que ser así para llevar semejante peso en metal.

-Creo que sera mejor que os adelantéis y descanséis ha sido un largo viaje. Nosotros nos encargaremos de todo. Ya tendremos tiempo de conocernos.-dijo Draco.

Ese conocernos no me sonaba muy bien. La verdad no tenia muchas ganas de estar a solas con mi hermanito. Supongo que su concepto de estrechar amistad seria achicar mi cuello con sus manazas.

-Sabia elección, hijo mio. Este viejo necesita reposo ya no es el bravucon de antaño y Alejandro todavía no esta recuperado de su accidente.

Torturarte, envenenarte y enterrarte es una descripción muy ligera de accidente. Pero ahora no tenia ganas de entrar en diatribas lingüísticas.

Mientras andábamos un hombrecillo menudo de piel aceituna y pelo pegado venia corriendo. En sus ojos había terror y gritaba escandalizado.

-¡Amo! !Amo¡

Cuando llego a la altura de mi padre se arrodillo ante el y empezó a besarle la mano. La verdad que el gran Laurens tenia una isla para el solito pero nunca me hubiera imaginado que lo tuviesen como una deidad.

-Domeinos, tranquilizate. Y deja de besarme no soy una maldita ramera en celo.

El pobre hombre aturdido se paro de repente y miro a mi padre.

-Ya viene, amo.

-¿Quien viene?

El recién llegado se quedo blanco y mudo sin saber que contestar.

-Maldito idiota. ¿Quieres que lo adivine? No tengo todo el día.

Tras escuchar esto se levanto como un resorte y se pego a su oreja. A medida que hablaba el rostro del dios iba cambiando de color y crispandose. Tal era su furia que tiro al suelo al pobre Domeinos y en un instante tenia el filo de una espada a milímetros de su cara.

-Dije que jamas volvieses a decir ese nombre bajo pena de muerte.

El condenado se llevo las manos a la cara. Suplicaba y lloraba.

-Perdón, amo. Pero no sabia como decírselo.

-Esta bien levanta sabandija y ayuda a los demás.

Draco dándose cuenta de lo que estaba pasando se acerco hasta nosotros y nos miro de forma grave.

Laurens cogía por ambos brazos al giganton y lo miro intentando tranquilizarle.

-El Renegado viene hacia aquí.

Al oír este nombre el hombreton se desprendió de su padre y lo miro con la ira de un titan.

-Te lo dije.

Mientras señalaba a su padre.

-Tenia que haberlo matado cuando tuve oportunidad. Es una víbora y ahora trae su veneno.

-Amo, mirad allí.

Un hombre vestido con un sayo de franciscano y portando una espada bajaba de forma tranquila y pacifica como meditando. A pesar del calor su cabeza se escondía tras una capucha. No entendía como alguien podía ir totalmente cubierto en un día tan caluroso.

Draco echo mano a sus machetes dispuesto a zanjar el problema de una vez por todas. Saco sus armas y las cruzo delante de su pecho.

El renegado con su paso cansino llego hasta nosotros. Era un tipo atletico y musculoso pero delgado y fibroso.

-No esperaba este recibimiento por parte de mi padre y de mi hermano. Y menos ante un desconocido que no nos ha sido presentado.

-Tu ya no eres nuestro... digo mi hermano.

-Ops, vaya no sabia que teníamos reunión familiar. Si lo llego a saber me hubiera puesto mis mejores galas. Veras he visto como fondeaba el barco y tenia curiosidad ante tanto jaleo.

-Marchate o muere.-dijo Draco levantando sus machetes.

-¿Esto es lo que quieres, hermano?

-No eres mi hermano. Nos traicionaste. ¿Lo recuerdas?

-Bueno, no hablaba contigo. Pero nunca se decir no a un buen duelo antes de comer.

El renegado se giro dándonos la espalda se alejo unos pasos hasta llegar a un árbol cercano.

Tranquilamente se quito el sayo quedandose con unas ridículas calzas que tapaban sus verguenzas.

-Veamos lo valiente que eres.- decía mientras nos daba la espalda.

El retado se volvió y Draco quedo petrificado ante lo que mostraba su oponente.

-¿Aun quieres seguir con esto, grandullón?

Continuara...








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