-¡Padre!! ¡¡Padre!! ¡¡Noooo!!!!.-mi hermanastro gritaba mientras
agitaba el cuerpo sin vida de mi recién conocido padre. En su mascara
mortuoria se adivinaba la sorpresa de su abrupto final.
-¿Te has preguntado si los demás tienen miedo a la muerte? Alguien ya no.
Apenas acabo de decir estas palabras y un grupo de infames empezó a rodearnos.
-¡ No has vendido, maldito traidor!
-Bueno vendido suena muy mal. Digamos que ha sido un intercambio comercial.
-¿A que miserable mercader has dispuesto nuestras vidas, Judas?
- A mi. Y he de decir que ha sido una alianza muy beneficiosa para ambos.
Esa
voz, esa maldita voz. Volvía a mi. A mis recuerdos. El Cardenal Gris
salia de entre la turba de soldados. Tranquilo, sosegado y amenazador.
A
su lado los hombres tomaron posiciones y apuntaron sus arcabuces hacia
nosotros. Aquello pintaba mal. No teníamos escapatoria. Nadie saldría de
allí para contarlo.
Draco dejo con respeto y cariño el recuerdo todavía caliente de su progenitor. Y avanzo hacia nosotros.
-Ahora vereis como cae un guerrero.
-Naturalmente no he venido solo. Un amigo insistió en acudir a este acontecimiento.
Mis ojos bailaban entre la duda y la sorpresa.
El
Cardenal Gris con su elegante mascara blanca con una moneda de oro en la
frente quizás invocando a la fortuna o mostrando su status en este mundo,
ocultando su siempre secreto rostro.
Miro hacia atrás oteando entre los soldados que había en
su retaguardia y movió la mano animando a alguien para que se
adelantara
-Cancerbero, no seas tímido. Unete a la fiesta. Alguien quiere verte.
-¡Oh, mierda, Cancerbero! Ese loco esta aquí y desenfrenado. Mi llagado traidor sonreía ante mi congoja y desconcierto.
-Vaya, vaya. El titan loco viene a por ti. ¡Uhh, que miedo! Ja, ja, ja.
Cuando me di cuenta mi cuerpo volaba en el aire. Al caer al suelo todo fue humo, pólvora y balas.
Después la oscuridad.
Un
manojo de dolor y un tintineo fueron los primeros avisos de que volvía a
la vida. Sentía el frío suelo y a mi lado una especie de fardo. Intente
incorporarme pero algo tiro de mi tobillo. A duras penas me incorpore y
vi una cadena con una argolla que nacía en la pared y moría en mi
pierna. No estaba solo. Alguien unido a mi me daba la espalda. Deduje
que por su consistencia y fortaleza solo podía ser Draco.
-¿Draco? ¿Draco? ¿Estas bien?
Mientras decía esto le di la vuelta para ver su estado.
-¡Dios santo!
-Si, no ha quedado muy bien. ¿Verdad?
Gire mi cabeza hacia donde venia esa voz. Era nuestro traidor.
-Como sabes Cancerbero es bastante efectivo en su trabajo. Me imagino que como estabas inconsciente no sabes lo sucedido.
Intente acercarme a ese malnacido pero un fuerte tirón me recordó lo limitado de mis movimientos.
-El grandullón te protegió pero no era una amenaza para esa bestia. Lo cogió, lo inmovilizo y zas...
Ese zas que tan alegremente decía englobaba que Cancerbero reducio a Draco y de un tajo secciono su nariz y la lengua.
-Pero
no te creas que fue el único que salio malparado. Un pobre desgracio
que se animo a ayudarlo mientras le sacaba la lengua para ayudarle no
volverá a coger una espada en su vida. Bueno ni nada mas. En fin, gajes
del oficio.
Mientras decía esto hablaba como si fuese un suceso sin importancia, algo nimio que tuviese fácil solución.
- Bueno te dejo creo que tienes visita. Luego nos vemos.
Y se marcho como si fuésemos dos buenos amigos que en un rato nos volviéramos a encontrar en cualquier taberna de mala muerte.
-Hola, Alejandro.
Una voz profunda y gutural lleno la celda. Y mi cerebro empezó a mostrar imagenes de torturas, veneno y perdidas amorosas.
-Siento lo sucedido. Yo no entre en tu vida, tu entraste en la mía.
Dos
sicarios aparecieron de la nada. Eran enormes y grandes. Me asombro
que su mirada era neutra, mostrando sus ojos sin vida pero sus cuerpos se movían
con una facilidad como si aquello no importara. Abrieron la celda y me
sacaron de mi confinamiento. Agradecía que al menos por un momento me
librasen de aquel grillete.
Subimos por unas escaleras y
llegamos al puente. Allí vi la magnificencia de aquel barco. Un
palacio flotante de mármol. Ni en mis sueños mas lujosos hubiera
imaginado tal derroche de ostentacion y opulencia. Todo ello unido a la
grandiosidad de su tamaño. Un barco de 70 metros de eslora y 20 de
manga. Eran tan largo como 14 elefantes uno detrás de otro. El Cardenal
Gris se mostraba orgulloso de su obra.
-Si no te hubieras
inmiscuido en el atraco a aquel comerciante no habrías obtenido mi
atención.
Aquel hombre portaba una importante información y tu
desbarastaste todo el plan. No se si fui algo consciente o no pero ya no
importa.
-¿ Porque me cuenta todo esto?
-Simplemente quiero
que disfrutes del sol ya que sera la ultima vez que veas la luz del
día. Tu y ese tullido vais a galeras de por vida. Comerás, respiraras,
vivirás y morirás en la oscuridad. En el vientre de un hediondo barco
hasta que no puedas mas y cuando eso llegue seras pasto de los peces.
Acompañado por los dos guardias me dirigía de nuevo a mi cautiverio. Pensé en escapar pero por una parte la sombre de Cancerbero pesaba sobre mi espalda y por otro no quería dejar solo a mi hermano.
-¡Llevaoslo!
Una mascara me miraba imperturbable pero
mientras me alejaba veía una sonrisa de satisfacción.
Una sonrisa que
tarde o temprano iba a borrar cuando rompiese ese cascaron que la
ocultaba. Ese hombre tenia poder y me la había transferido. Era el poder
de la venganza la excusa perfecta para aguantar mil tormentos. Una
razón para vivir hasta el limite. Ahora tenia una misión.
Continuara...
Capitulo 14 "Hogar, dulce, hogar"
Hace 7 años
No hay comentarios:
Publicar un comentario