domingo, 1 de marzo de 2009

Capitulo 4 " Tres menos dos"

Buaaahh.- Permitid que bosteze porque esta parte me da sopor fue tan insípida la lucha con los dos primeros legos que no puedo que menos que aburrirme con su explicacion. Seguro que los bastardos que engendraron estos inútiles son mejores luchadores que ellos, bueno espero que no tanto como yo. No quisiera en un futuro lejano tener que plantarles cara y se aprovechasen de mis carnes arrugadas, mis músculos fofos y esa barriga auspiciada en tabernas y fondas de extinguida fama. Pero vayamos al asunto. Como os decia el tipo choco su espada con la mía. Eche hacia atras para dejar espacio entre los dos. Su acero silbo a la altura de mi pecho pero no sirvió porque se encontró con mis razones. Subí mi arma hacia el cielo y el filo silbo graciosamente sobre su sombrero dejando al aire una cabeza despeluchada por cuatros inservibles pelos que le servían de bien poco. Bailamos de un lado para otro al compás de la misma música. Tome mi capa y suavemente la fui soltando hasta que el tarugo se avino hacia mi. Seguramente todavía esta pensando como se hizo de noche tan rápido en ese claro día. Paso de largo ignorandome con mi prenda puesta y no menos que ante tal descortesía le obsequie con una sonora patada en sus posaderas que le sirvió para coger mas velocidad y estrellarse de cabeza contra una columna quedando sin sentido.

Después vino el otro y enfilo con dos espadones hacia a mi. Que menos que me puse de rodillas y apoye mis manos sobre la empuñadura de mi espada como orando. Me santigue y el "héroe" se me acerco al punto de darme la puntilla final. Momento que aproveche cuando estaba listo para asignarme un tajo digno de un carnicero y tan estupido que bajo su guardia. Que menos que darle una dolorosa bienvenida en la rodilla. Acabo desinflándose en el suelo como un globo.

Pero quedaba el tercero y este no era un mentecato como los otros. Hacia rato que lo observaba con el rabillo del ojo. Veía como calentaba su descomunal cuerpo con estiramientos mientras realizaba distintas acrobacias con su acero y se notaba que era un hombre curtido, astuto y peligroso. El cabecilla de negra prenda, tenia la ropa desgastada y sucia. Pero se percibía que habían sido paños y encajes de personaje de alta alcurnia. Arrullado por milicias y castrenses compañias. No menos podía pensar que todos tenemos un mal día. Un mal día que se acorta para siempre. Solo había que saber para quien de los dos seria.

Continuara...

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